lunes, 8 de mayo de 2023

Experiencias simultáneas

 

Sonia Delaunay
Contrastes simultáneos, 1913.
Colección Museo Thyssen-Bornemisza
Óleo sobre lienzo. 46 x 55 cm

Tomo el nombre para esta serie de reseñas, que serán dobles o triples, del proyecto que Sonia y Robert Delaunay desarrollaron durante su estancia en la península ibérica entre 1914 y 1921 (Barcelona, Madrid, Lisboa) y que Sonia denominó en sus diarios “las grandes vacaciones” pero que en la historia del arte se conoce como “simultaneismo”. La lucha que ambos mantuvieron para lograr ese “lenguaje simultáneo del color” fue un empeño que devino después en una corriente que exploró lo que podía dar de sí la experiencia simultánea de la luz. 

Descubrí el trabajo conjunto de los Delaunay gracias a la exposición de 2002 organizada por el Museo Thyssen:

Tras un detallado estudio de las teorías del color, Robert Delaunay llegó a la conclusión de que la fuerza y la paradójica realidad de la luz – su ubicuidad, su energía infinita y su inmaterialidad – sólo se podía representar pictóricamente a través del color. El propio artista denominó a su método de representación de la luz a través del color con el nombre de Simultaneismo.[1]

Desgraciadamente no compré el catálogo, pero sí un librito de Pascal Rousseau. En él leo cómo de ambicioso era el proyecto de una exposición internacional simultanista en la galería Dalmau de Barcelona, prevista para abril de 1917, y cómo la pretensión de los Delaunay no fue generar un -ismo más, una nueva escuela, sino crear una “verdadera dinámica creativa marcada por diferentes manifestaciones de acontecimientos”. [2]  

El poeta Blaise Cendrars escribió un manifiesto sobre los “Contrastes simultáneos” en 1914 que venía a establecer la ambición del proyecto. Cendrars ya había experimentado el alcance de estos “contrastes” en “La Prosa del transiberiano y de la pequeña Jehanne de Francia” (Prose du Transsibérien et de la petite Jeanne de France) un poema de dos metros de altura en su edición original, ilustrado con colores simultáneos por Sonia Delaunay en 1913

Recuerdo un chico que me gustaba mucho en mis 17. Era algo mayor que yo, seguramente no mucho, pero entonces esos años parecían un mundo. Nunca podré olvidar el momento en el que me dijo: “desconfío de la gente que lee más de un libro a la vez”. Palidecí por dentro al entender que no habría futuro posible para nosotros. Ya entonces se me acumulaban en la mesa no dos, sino cinco, siete, diez libros que leía “simultáneamente” haciendo un ejercicio que no he abandonado desde entonces: establecer relaciones de ideas, puentes, entre realidades, entre géneros, entre formas de mirar, de analizar, de criticar los mundos que se generan de forma simultánea en todo lo que leo, escucho, veo, y admiro.

Las experiencias simultáneas que trataremos aquí se centrarán en libros, películas, series, música, cosas que me ocurren a la vez. Experiencias que quiero relacionar entre sí, pero también con mi vida, con lo que les cuento a mis amigas sobre esas experiencias, lo que me gustaría contarles a mis hijos. Cosas que me sorprenden mientras trato de vivir, convivir, y sobrevivir también.


[1] Robert y Sonia Delaunay (1905-1941). Exposición temporal. Del 9 de octubre de 2002 al 12 de enero de 2003. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza: https://www.museothyssen.org/exposiciones/robert-sonia-delaunay-1905-1941.

[2] Rousseau, Pascal (1995). La aventura simultánea. Sonia y Robert Delaunay en Barcelona. Barcelona, Publicacions Universitat de Barcelona, p. 32.

domingo, 7 de mayo de 2023

Concha Orcaray dispara

Hay algo tierno y violento en los collages que ha presentado Concha Orcaray en el Ateneo de Córdoba durante la última semana de abril. Las relaciones de ideas que propone la autora mediante imágenes "analógicas" avisan, por un lado, de un ready made, algo que estaba justo allí, listo para ser transformado en un mensaje instantáneo que nos apunta sin concesiones. Y, también, de algo que podríamos llamar "alrededores", de aquello que la autora ha querido, ha buscado, ha deseado, para aquello que no fue sino encontrado: los papeles de agua, el niño fumando para la cerilla, el anuncio de Coca-Cola para una felicitación que reniega de la Navidad. 

Propongo un juego de desconstrucción, antes que de interpretación, para relacionarnos con estas cápsulas de significados. Se trataría de encontrar aquella imagen que entendemos como vehículo, la que aporta tracción al sentido de la obra terminada, y aquellas otras que pretenden ser soporte, el sustrato que permite enraizar la idea. La finalidad de ambas imágenes podría ser intercambiada a criterio del que mira. Tampoco le otorgo más valor a unas que a otras, no creo que se trate de jerarquías, o de establecer un orden. Tan solo propongo jugar con los collages, recomponiendo mentalmente ese juego de significados a los que evocan, con ternura, a través de una sacudida.

Selfi

Selfi, por ejemplo, contiene la esencia de esto que he llamado "Concha Orcaray dispara", en este caso, me gusta pensar que el alrededor somos nosotros, los que miramos ensimismados el dedo que señala el gatillo. Porque un dedo que señala también puede presionar y desencadenar, alborotar.














sábado, 15 de abril de 2023

La luz y “a los pinos al viento”

 (es reseña de)

Luis Vallejo. A los pinos el viento. Madrid: Turner. 2022.

(existe edición en inglés)


El nuevo libro de Luis Vallejo sobre su colección de bonsái—el anterior fue publicado en el año 2000—llega a mi vida en un momento propicio: al fin saludo los días a través de un prisma que es jardín. Dos olivos silvestres centenarios, algunos arbustos de boj (más de diez, yo que cuidaba solo uno) y un ejemplar de mirto en mi puerta, varios jazmines de colección, y una higuera tomada por una delicada Rosa banksiae blanca. Los aromas que regala este jardín minucioso, precisamente descuidado, me van provocando experiencias estéticas que se van tornando cotidianas: el aroma pegajoso de la higuera me lleva al patio de mis abuelos en Miraflores, el jardín de mi infancia, aspiro suavemente y casi puedo escuchar a mi abuela cantar en el interior de la casa; las rosas, a la colección de mi madre en nuestra casa de veraneo, a la infancia de mis hijos que han crecido en aquel jardín-huerto, primorosamente cuidado por mi padre, verano tras verano, también en Miraflores; y el boj… el boj me lleva a los jardines que me descubrió Luis Vallejo en nuestro corto—cortísimo pero intenso—periplo vital compartido. Conocí a Luis Vallejo en junio de 1998. Necesitaba un jardinero “ilustrado” para regar—solo regar, vigilar que no les faltara ni sobrara agua, no parecía mucho, solo precisaba cuidadosa atención—los bonsáis de su colección y la colección que Felipe González había donado al jardín Botánico de Madrid al salir de la Moncloa. Ese día, el jardín dónde se encontraban todos esos árboles, más de cien, protegidos del rigor del verano por unos árboles de los que solo recuerdo su sombra (¿pinos? ¿encinas?) olía profundamente a boj. Profundamente alude a la capacidad que tienen ciertos aromas para instalarse en la memoria, muchas veces un aroma intenso se diluye, un aroma profundo es, para mí, el que permanece, el que provoca esas experiencias estéticas de las que hablaba antes. El placer de recordar a través de los sentidos. Ese día cambió mi vida para siempre. Silenció mis prejuicios—sobre lo que eran, y significaban, aquellos árboles magníficos—y me permitió hacerme jardinera, que no paisajista, just a gardener. Luis me pide que le cuente qué me parece el libro, y por eso escribo aquí, ahora. A través de tres momentos de luz.

Luz de anochecida.

Recibo el libro, deseado libro, pocos días después de su publicación. Es casi de noche, pero no puedo evitar abrirlo. Salgo al jardín, pero apenas hay luz. Comienzo por ojearlo, y a hojearlo. Enseguida entiendo que no es un libro al uso. Las fotografías no revelan la imagen, el objeto, los árboles, las macetas. No puedo identificar los árboles. No veo, pero intuyo. Huelo. Absurdamente decepcionada lo cierro, aunque no lo suelto, y decido esperar. Darle un tiempo. Seguramente tenga que crecer en mí, me digo. Apenas hay texto, así que solo leo algunos poemas sueltos. Me pierdo en los cuadernos de dibujos. No es un libro sobre bonsái como el anterior, me digo también, porque insisto, me resisto a cerrarlo una vez que he vuelto a abrirlo. El libro es un objeto que trata de recoger el proceso vital de Luis a través de sus árboles. Eso es. Quizá. Tendremos que hablar sobre esto.

Luz de la mañana.

Me decido a tomar el libro y salir con él al jardín hoy que hace un día luminoso de primavera, aunque aún frío. Las rosas blancas brillan, titilan, como las estrellas, con un fondo de cielo y cipreses. Descubro por qué estas fotografías de Fernando Maquieira son tan extraordinarias: no tienen brillo y tienen un fondo que cambia con cada árbol. Entiendo que el objetivo no es tanto “representar” el árbol como mostrar las emociones que cada árbol puede provocar. Y recuerdo a Walter Benjamin y su concepto de “aura”: «Una trama particular de espacio y tiempo: la aparición irrepetible de una lejanía por cercana que ésta pueda hallarse». Benjamin consideró que la fotografía participaba en el fenómeno de la “decadencia del aura” de forma definitiva. Sin embargo, las fotografías de Maquieira en “a los pinos el viento” cumplen con el requisito de mostrar no solo el espacio de los árboles, sino su tiempo, su ritmo. Efectivamente, no son esculturas, ni el original ni la fotografía pretenden mostrar una obra terminada, cristalizada. Los árboles siguen respirando, brotando, mudando sus hojas de color. Los árboles se nos aparecen, no se nos muestran. Su aura permanece.

Luz de tarde.

El libro de Luis ha pasado algunos días encima de la mesita del jardín. Se ha llenado de hojitas, una hormiga lo cruza con determinación, parece conocer su camino. Hay bolitas blancas, quizá se hayan desprendido de la parra, quizá tenga cochinilla, o algún hongo. Tengo que echarle un vistazo, de cerca. Seguramente deba hacer algo para evitar que se dispare. La brotación de esta parra—y de una glicinia al otro lado—es un espectáculo: ¡creo ver crecer las hojas! (pero no encuentro las bolitas blancas por lado alguno)

Aún de pie, vuelvo a abrir esta caja de maravillas que es “a los pinos el viento”. Fortuna me lleva ahora al haiku de Benedetti: el bosque crea/ nidos juncos en fin/ vocabulario. El vocabulario que conforma este libro está hecho de imágenes, sean fotografías, estos pequeños poemas que los japoneses llaman haikus, o una pequeña alusión a recuerdos. Todo es contenido aquí. Leve, grácil, estilizado. Parco en palabras, aunque no en significados. Las manos del maestro son, sin embargo, fuertes, grandes, seguras. Las veo en una de las fotografías de Carmen Ballvé: Luis sujeta un lápiz, un cuaderno, y dibuja, parece conversar, en silencio, con el espino aún desnudo: “inclinándose hacia el vacío, como abandonado a la intemperie, como a punto de desplomarse…”

Descubro entonces que las fotografías de Ballvé muestran la rotundidad, la fuerza de estos árboles, de sus troncos, de sus copas—hipnotiza la fotografía a doble página con el pequeño estanque del museo en primer plano y el pino al otro lado—de las suaves cortezas óseas de las sabinas, de los materiales que conforman el hábitat de la colección. Conozco bien de dónde viene cada uno de estos materiales, cada piedra, cada laja, cada soporte, la decisión de combinar hormigón y madera, la pelea continua por mantener el albero, el calibre de las gravas. Y conozco bien esas historias porque también forman parte del relato, de lo que Luis cuenta en cada paseo por su colección. También, la rotundidad de las sombras. Los árboles al otro lado del muro. Aunque parecen servir de prólogo, me entretengo largamente en estas fotografías en blanco y negro. Vuelvo al principio, una y otra vez. Y recuerdo entonces mi último paseo con Luis entre estos árboles, el pasado verano, la primera vez que me habló de este libro. De su emoción. De sus poemas, de sus dibujos.  

Porque, sí, querido Luis, vuela la luz.

sábado, 31 de marzo de 2018

Libri fulgurales: el laberinto junto al mar.


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Mantiene Zbigniew Herbert en uno de sus hipnóticos pequeños ensayos sobre un viaje por Grecia[1] que los etruscos fueron “una de las naciones más religiosas de la Antigüedad” (212). Su teología estaba fundamentada, a diferencia de las posteriores religiones griega y romana, en una revelación: el dios Tages emergió con forma humana en los surcos de un labrador llamado Tarconte, a la postre el fundador de la misma Tarquinia, y comenzó a impartir sus enseñanzas entre lo que conformaría posteriormente el pueblo etrusco. A partir de entonces, las relaciones entre humanos y dioses se basarían en la interpretación de señales: “la tarea de los sacerdotes era descifrar los destinos de las personas y de la nación.” (213) 

Para ello contaban con tres libros sagrados: los libri haruspicini, que trataban sobre la “interpretación” de las entrañas de animales, especialmente el hígado; los libri rituales, un conjunto de reglas básicas de convivencia, con instrucciones precisas sobre cómo fundar ciudades, levantar templos, o incluso sobre cómo interpretar sueños y milagros; y, finalmente, aquellos que me han fascinado y por los que escribo esta nota, los libri fulgurales. A partir de un mapa del cielo dividido en dieciséis partes, los sacerdotes debían interpretan con sutilidad las señales que los dioses les enviaban mediante rayos: un “rayo de aviso” podía ser enviado por Tinia—equivalente al Júpiter romano— por voluntad propia, pero a partir de ahí, un rayo “peligroso” debía contar con el consentimiento de los doce dioses que lo asistían. Finalmente, un “fuego celeste” destructivo podía ser enviado a la Tierra sólo si estaban de acuerdo “todos los dioses llamados superiores.” (214) 

Para Herbert, el azaroso elenco de dioses que conforman lo poco que conocemos de la mitología etrusca podría sugerir que “la religión de los etruscos se basaba en una alegre aceptación del mundo, mientras que no hubo otra nación antigua, tal vez a excepción de la egipcia, que viviese más absorta en las tinieblas del más allá.” (215)

Aceptar el mundo, interpretar las señales que la vida te envía, a través de los libros. Mis libri fulgurales son los libros que han sacudido mi conciencia, que la han moldeado, que la han entrenado, que le han facilitado experiencias y emociones. Siempre me han gustado los ciclos en los que se invita a expresar por medio de libros una línea cronológica de vida-vida. El laberinto junto al mar de Herbert, me ha alumbrado en estos días y pasa a ocupar un lugar destacado entre mis libri fulgurales. Una serie que comienzo aquí.



[1] Herbert, Z. (2013). Sobre los etruscos. En El laberinto junto al mar. Barcelona: Acantilado. Pp. 203-228.

martes, 20 de marzo de 2018

Cambridge Analytica Files: quién es quién.



Como el caso denunciado por Snowden en 2013 sobre la vigilancia masiva realizada sistemáticamente por el gobierno de Estados Unidos sobre sus propios ciudadanos, los Cambridge Analytica Files son un ejemplo más de hasta qué punto el desarrollo vertiginoso de nuevas formas de recopilar, almacenar y procesar datos afecta, y mucho, al futuro de las democracias.

En mayo de 2017, la periodista de The Guardian, Carole Cadwalladr (@carolecadwalla),  firmó un artículo de investigación que tituló explícitamente El gran robo británico del brexit: cómo se secuestró nuestra democracia”. En él revelaba las conexiones entre los resultados del referéndum sobre la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, Trump y Rusia. Christopher Wylie (@chrisinsilico), científico de datos y empleado de Cambridge Analytica hasta 2016, fue quien le permitió articular en evidencias muchas de las hipótesis de su equipo de investigación. 

Wylie no ha dejado de trabajar junto a Cadwalladr en este último año, los resultados los hemos conocido gracias a sucesivos artículos publicados en The Guardian a partir del sábado 17 de marzo de 2018. Wylie es por tanto quien ha dado la voz de alarma en ambos casos, que ahora sabemos están íntimamente conectados. Un whistleblower, alguien que hace saltar las alarmas desde dentro del sistema al que denuncia, que comenzó a trabajar con apenas 24 años para Steve Bannon, entonces director ejecutivo de la agencia de noticias de la (ultra) derecha alternativa estadounidense, "alt-right" Breitbart y que llegaría a ser asesor de campaña de Trump, tras intentarlo previamente con el senador Ted Cruz. Sobre Bannon hemos sabido en Europa en las últimas semanas porque se ha dejado ver junto a Marine Le Pen y otros líderes alemanes e italianos de extrema derecha, apoyándoles en sus congresos o campañas.

Bannon tenía a Wylie y además contaba con el apoyo financiero de Robert Mercer, un científico de datos que comenzó su carrera en IBM y actualmente es uno de los multimillonarios que más dinero ha donado, junto a uno de los cofundadores de Pay Pal, a la campaña de Trump. Al otro lado del Atlántico, SCL, una empresa de “comunicaciones estratégicas” creó una división específica para procesos electorales en 2007. Al frente se situó Alexander Nix. Él mismo afirma haber trabajado en 260 campañas a nivel mundial: Nigeria, Kenia, República Checa, India o Argentina. Cuando finalmente se encuentran Bannon y Nix, el objetivo pasó a ser bastante más ambicioso, apuntando al corazón mismo de las democracias occidentales: las elecciones estadounidenses (luego llegaría el referéndum sobre el Brexit). Willye les expuso la idea sobre cómo toda la experiencia adquirida por Nix, podría verse multiplicada con el uso de datos sensibles del electorado. Necesitaban dos cosas: dinero y datos, muchos datos.

De lo primero se encargó Mercer. Crearon una nueva empresa, Cambridge Analytica, ubicaron sus oficinas en el corazón de la ciudad universitaria de la que toman el nombre y Alexander Nix asumió el papel de CEO. Al equipo se unió también Rebekah Mercer, matemática por Stanford, que se ha dedicado, sin embargo, a cuidar las donaciones-inversiones de la fundación de la empresa familiar a partidos ultraderechistas. Hasta aquí, los actores habituales de cualquier forma de escándalo político.

Para lograr la máxima efectividad de los algoritmos de Wylie necesitaban muchos más datos de los que jamás se lograrán obtener a través de las encuestas con las que han trabajado los partidos políticos hasta ahora. Entonces encontraron a Aleksandr Kogan, de origen ruso, aunque ciudadano estadounidense desde los 7 años. Kogan estudió en la universidad de California, Berkeley, y obtuvo su doctorado en la Universidad de Hong Kong. Llegó a la universidad Cambridge como profesor de psicología y experto en psicometría de redes sociales. Y así sigue figurando en Google Scholar, la división académica del buscador.

Habituado a trabajar con los datos suministrados por las redes sociales para realizar investigaciones científicas, no le fue difícil conseguir incorporar a Facebook la app, diseñada por él mismo, ThisIsYourDigitalLife y gestionada a través de su empresa Global Science Research (GSR), creada específicamente para poder colaborar con Cambridge Analytica desde el mismo campus de Cambridge. Miles de usuarios de Facebook obtuvieron una compensación económica por realizar esta “prueba de personalidad”, aceptando que los datos recopilados fuesen empleados para un uso académico.  Sin embargo, la aplicación también recopiló la información de los amigos de Facebook de los candidatos, lo que llevó a la acumulación de datos de decenas de millones de personas, cerca de cincuenta millones de perfiles fueron utilizados para entrenar los algoritmos sociales ideados por Wylie. Esto permitió realizar una selección sistemática de votantes en las elecciones presidenciales de EE. UU. (microtargetting) quienes recibieron de forma personalizada noticias falsas, noticias tergiversadas, noticias sobre aquello que ellos querían escuchar y que reforzaban sus filias, sus miedos y sus fobias. Una auténtica “guerra de información psicológica”. 

Como mantiene el mismo Wylie: “Tenemos aquí ejemplos de lo que podríamos denominar experimentos groseramente no éticos. Se ha jugado con la psicología de un país entero, sin su consentimiento y acuerdo, y lo que es más grave, se ha jugado con su psicología en el contexto de un proceso democrático. (…) Es incorrecto considerar Cambridge Analytica una compañía científica. Es un servicio completo, y muy efectivo, de propaganda mecanizada.”

Mis conclusiones apuntan a uno de los problemas más graves que deben confrontar actualmente las democracias, si pretendemos que sobrevivan: evitar que la inteligencia artificial, o los métodos empleados para gestionar los datos masivos, Big data, se erijan como herramientas para erosionar y degradar los sistemas públicos de organización social. La caja de Pandora está abierta, y la pelota en el tejado de los gobiernos. Es hora de que demuestren si su principal objetivo es ganar elecciones o conservar los valores democráticos para las generaciones futuras.

lunes, 9 de octubre de 2017

No despertéis jamás a la serpiente

No despertéis jamás a la serpiente,
por miedo a que ella ignore su camino;
dejad que se deslice mientras duerme
sumida en la honda yerba de los prados.
Percy Bysshe Shelley (1792-1822)


El análisis publicado por The New York Times en su edición europea de fin de semana hace alusión al efecto que están teniendo todas las desafortunadas acciones que se han ido sucediendo en Cataluña y España en los últimos treinta días. El efecto que subraya el titular es el hecho de que el referéndum ha despertado al largamente dormido nacionalismo español, y es significativo que el término que más veces emplean sus autores para referirse a ello sea “fuel”: Catalonia vote revives long-dormant Spanish Nationalism.

El combustible que alimenta este efecto colateral del impulso independentista, ha sido precisamente el empeño por llevar a término un referéndum, previamente sancionado por el tribunal constitucional y por tanto sin valor efectivo para ser vinculante; y la respuesta desmesurada por parte de los cuerpos de seguridad del Estado para evitar su celebración. Los nacionalismos se alimentan mutuamente, y buscan en el otro motivos para la ofensa de sus grandes cuestiones de principio e identidad, aún a cuenta de exigir grandes sacrificios y provocar mucho dolor, como recordaba ayer mismo Soledad Gallego-Díaz. No parece una acción responsable que el gobierno se empeñe en alimentar de razones a una parte, con objeto de desarmar a la otra. Jugar a las mayorías en una confrontación España vs. Cataluña no parece emerger de una reflexión por la resolución del conflicto, sino más bien de un ánimo por su exaltación con una intención claramente electoralista. Una oportunísima cortina de humo para obviar las inminentes sentencias por el caso Gürtel, entre otras. 

La localización de dos manifestaciones simultáneas el 7 de octubre, en el centro de Madrid, y replicadas con mayor o menor seguimiento en todas las ciudades españolas, dan cuenta de dos posiciones posibles que se ofrecen a la ciudadanía. La primera celebrada en Cibeles, junto al ayuntamiento de la capital, con un lema tan blanco y vacío de exigencias que no pretende sustentar más que una voluntad firme de diálogo y reflexión ante un conflicto que parece irse de las manos a la clase política; y la segunda, localizada en Colón, al amparo de una bandera española de 294m2 y sostenida por un mástil de 50 metros, en la que se concentraron quienes exigen mantener la unidad de España, como principio y fin, sin considerar ni los medios, ni las consecuencias de emplear según qué medios. Una pretensión que parece ignorar que España somos una realidad tan diversa como las diecisiete comunidades autónomas que conforman el Estado, y que en muchos casos estas autonomías disponen de sus propios estatutos precisamente para regular su auto-gobierno. Los primeros enarbolaron banderas blancas, los segundos banderas españolas. Los primeros piden diálogo, los segundos, mano dura. Creo que los periodistas del NYT encontrarán aquí las imágenes contrapuestas de las dos Españas que mejor reflejan su análisis, y que tan útiles han sido para que la transición española se alargue ya por más de cuarenta años. Por cierto, de esto último también se hace eco el artículo del NYT.


El nacionalismo español ha encontrado la mecha que necesitaba para despertar de su letargo minoritario. Slavenka Drakulić, considerada voz independiente y más prestigiosa en la narración de la descomposición de la antigua Yugoslavia y consiguiente guerra de los Balcanes, da buena cuenta de esta misma sospecha: la volatilidad incontrolable que genera una inflamación nacionalista. Ella lo llama virus del nacionalismo, un virus que está siendo activado, prendido, y alentado ahora en España. Buscando que despierte esa serpiente de la que tan sutilmente nos advertía Shelley.

sábado, 5 de julio de 2014

¿Somos gente decente?

[La viñeta es de Charles Barsotti, dibujante del New Yorker y fallecido el pasado día 20 de junio] 

La gente somos, por lo general, gente decente. Pagamos nuestros impuestos, atendemos nuestras deudas y cumplimos las leyes y normas cívicas que nos hemos dado. Por eso esperamos que nuestro país esté, al menos, a nuestra altura, gobernado por gente decente que sea capaz de conducir la economía, la justicia y la política hacia condiciones cada vez mejores para nosotr@s, para la gente.

Tenemos además necesidades perentorias, como comer, beber y disfrutar de tiempo de descanso. Por eso valoramos tanto un trabajo decente que nos permita llenar la nevera con alimentos saludables para nuestra prole, calentar la casa en invierno o poder conectar el ventilador en verano; o tener ciertas garantías de que no seremos expulsados de nuestra casa y condenados, al mismo tiempo, a mantener la deuda con el banco que nos concedió una hipoteca, si es que se dan las circunstancias, siempre dramáticas, en las que no dispongamos de suficientes recursos para atender el recibo. También esperamos de nuestro país la cobertura sanitaria universal que hemos ido construyendo entre tod@s con tanto esfuerzo, el trabajo de nuestros abuel@s, nuestros padres y madres, el nuestro mismo y el de nuestros hij@s. La sanidad, como la educación, es nuestra, de la gente. Es un bien público, una construcción común, un derecho pero también una responsabilidad y un compromiso. Son cosas simples las que permiten llevar una vida decente.

viernes, 23 de mayo de 2014

¿Investigas o trabajas?

Es cierto que nunca me han hecho esta pregunta abiertamente, pero en muchas ocasiones he detectado cierta urgencia en planteármela… amigos, amigas, familia política, hermanas… Madres y padres no tanto…, quizá porque aún confían, y de qué manera, en ti y guardan en su corazoncito la esperanza de que “cuando seas grande” aportes algo significativo a la Ciencia y/ o a la sociedad en general.

Cuando sea grande… esto les comienza a preocupar también a mis propios hijos… ¿Mamá… y tú qué quieres ser “cuando seas grande”…? ¿Mamá… y tú qué quieres ser cuando dejes “de una vez” de estudiar…? O dudas, enormes, porque se ven interpelados ya de algún modo… ¿Es obligatorio estudiar hasta que seamos tan mayores como tú? ¿Mamá… es obligatorio leer todos esos libros? (Mamá… es que no sé si sabrás… que tú ya eres muy grande…)

Pero volvamos a la cuestión… ¿investigar es trabajar? Desde luego si identificamos “trabajo” con una actividad profesional (hasta ahí vamos bien) que te permite ganarte la vida dignamente, esto es, sin tener que acudir un mes sí y otro también a los ahorros de papá y mamá*, entonces la respuesta, queridos míos, es NO. En este punto investigar es una suerte de estadio intermedio que te permite sobrevivir mientras alcanzas el siguiente escalón de tu carrera académica. Los investigadores vivimos en una suerte de mundo Nunca Jamás, complejo de Peter Pan lo denominan algunos, creyendo firmemente que aún disponemos de toda una vida por delante para alcanzar el objetivo más cercano, que en general suele ir alejándose como el horizonte cuando caminas hacia él. Así, hasta que un buen día los cuarenta y cinco llaman a tu puerta sin avisar y con intención de quedarse a vivir contigo para siempre. Se desencadena entonces una inevitable tormenta de dudas que las hace desplomarse sin piedad sobre tu cabecita… ¿Qué estoy haciendo? ¿Qué sentido tiene todo esto? ¿Por qué no estoy trabajando? ¿Qué les dejaré a mis hijos? Todo eso sin hablar de necesidades perentorias tipo… ¿Qué cenaremos hoy?

Investigar es una forma de vida, diametralmente opuesta a toda vida “normalizada”, no conoce el ocio, el “entretenimiento”, los fines de semana, o las vacaciones… todo el tiempo que se dedica a un proyecto, primero a la tesis, después a un paper tras otro, es un todo en el que la vida se envuelve y desenvuelve… recibes y atiendes señales del exterior, es cierto, pero quienes te rodean, y te quieren bien, saben también que esa pecera constantemente conectada es un hábitat natural, un ecosistema complejo que contiene todos los elementos que precisas para vivir, la mayor parte del tiempo, feliz. Sí, es cierto, somos felices.

Es en este sentido que investigar ES trabajar, por el tiempo que le dedicas, por la pasión que le pones en cada mínimo párrafo que escribes o en cualquier pequeña evidencia que encuentras. Es tanto, tanto, trabajo que podríamos hablar, incluso, de una suerte de work-alcoholism, si no fuese porque en este aparente paraíso de investigar-para-vivir-para-investigar, no todo son palmaditas en la espalda y compañerismo sin fisuras. La investigación se desarrolla en un mundo muy competitivo, que tiene perfectamente establecidos los cánones por los que cada trabajo y con él cada investigador, será evaluado**. La presión que contienen las tres líneas anteriores nos obliga a salir de la pecera de vez en cuando. Salimos a respirar, sí… más que nada para tomar impulso… porque es más que probable que en la incursión sigamos dándole vueltas a algún asunto y como resultado obtengamos una brillante idea para un nuevo proyecto. Recomendable, podríamos decir incluso que necesario, pero generalmente no muy bien recibido. En general casi cualquier arranque de creatividad, y por qué no decirlo, de vida, es considerado un deslizamiento hacia la diletancia, que rima peligrosamente con vagancia, vagancia de la mente… y que en realidad viene a significar un alejamiento de tu línea de investigación, a la que te debes y a través de la que eres. Más presión.

Esto nos lleva a la siguiente. Quienes se piensan si plantear o no esa cuestión del principio, entre bromas y diretes, dispararán entonces sin contemplaciones: y... ¿sobre qué investigas?  

*Atención pregunta: ¿No deberíamos estimar las oportunidades que perderíamos si la sociedad no dispusiese de esta línea de crédito filial y sin intereses para investigadores que nos permite adelantar la considerable inversión que se ha de realizar para asistir a congresos, conferencias, estancias, etc.? ¿No es esto una fuente de inequidad?

**Por cierto, Robert Clarisó, profesor de la UOC, escribió no hace mucho una serie de post sobre la evaluación por pares, el papel de los referees, etc. muy recomendables.

jueves, 18 de abril de 2013

Patios de Córdoba y genius loci


Es imposible medir el genius loci. Por eso quienes reclaman medidas "objetivas" para valorar los patios de Córdoba andan desencaminados. El "genio del lugar", el "espíritu", el "duende", es una emoción, un pellizco, una experiencia individual intransferible, una intuición. Sólo algunos patios de Córdoba transmiten parte de esta energía revitalizadora, muy ligada a la "autenticidad", a la "sinceridad", al "centro emocional fuerte" que se precisa para "crear" y "compartir". 


El patio de Virginia Molina, que cuida y vive con tanto mimo y esmero toda su familia, forma parte de ese reducido y precioso grupo de "auténticos". A estos patios deberían dirigirse esencialmente los mimos y cuidados institucionales, pues en ellos reside la esperanza para la preservación de la fiesta.

Otros han elegido la senda de la mercantilización de un decorado. Y esto es inevitable, siempre lo ha sido en casos sensibles como este, cuando el turismo de números gordos y contundentes comienza a ser considerado como imprescindible fuente de financiación. No es triste, es la realidad. Por eso mantengo que los esfuerzos deben orientarse hacia la preservación y el cuidado de iniciativas que mantengan vivo el "genio del lugar", que puede cambiar, mutar y virar su "representación" en el tiempo, pero mantiene siempre su potente capacidad evocadora.

martes, 19 de febrero de 2013

A vueltas con la empatía


Mamá, sabes qué, para los alienígenas nosotras somos alienígenas.

La reflexión de Manuela (6 años) apunta alto en la conceptualización de la empatía, ponerse en la piel del otro, reconocer el espacio que le corresponde a ese “otro” por derecho propio.

La cuestión que quiero abordar aquí es si esos “otros”, los alienígenas que yo visualicé cuando escuché a Manuela, es decir, los “políticos” se sienten interpelados o no. Si son capaces de ponerse en la piel de las personas a quienes afecta, en muchos casos gravemente, cada decisión que toman.

“Las personas deben ser el centro del debate sobre el estado de la nación”, requiere un decálogo conjunto que varias ONG, Amnistía Internacional, Greenpeace e Intermón,  han enviado a toda la cámara baja para su consideración en el debate que se inicia mañana. Efectivamente, los políticos deben “hacerse cargo” de los problemas y poner todo su empeño en solucionarlos considerando a todas y cada una de las personas como un fin, y no como un medio.

Entiendo que esto es lo que se les requiere desde una manifestación, y no tanto que se “atrevan” a pisar el asfalto y gritar consignas de indignación. Un político debe estar atento a lo que ocurre en la calle, claro que sí, pero debería tomar cartas en el asunto mucho antes de que las manifestaciones sean un clamor “contra los políticos”.

Porque entonces hay aquí también ya una grave falta de empatía, una incapacidad para ponerse en la piel del alienígena, y eso es precisamente lo que puede dar al traste con la política, la política que necesitamos, urgentemente, para llegar a ser un país decente. 

lunes, 28 de enero de 2013

Posteconomía


Mientras a mi alrededor se escuchaba, y se olía, el bullicio medieval, he leído el último libro del periodista Antonio Baños: “Posteconomía: hacia un capitalismo feudal”, que viene a tratar algo así como en qué se ha transformado la economía, “antes ciencia social”, cuando ha dejado de tener entre sus objetivos (clásicos) conseguir el reparto más efectivo y justo de unos bienes (escasos).

Baños considera que la posteconomía no es sino dogma, pues no ofrece alternativas, o hipótesis. Ante la incertidumbre del momento actual muestra un único camino, una única salida (austeridad, recortes), y eso es lo que ha hecho que la economía deje de ser una ciencia (social) descriptiva para pasar a ser prescriptiva, esto es, dogmática.

La Nueva Economía Medieval, que el autor describe con acerado humor,
adolece, intencionadamente, de una dimensión moral, que hará muy difícil la vida pacífica y digna entre las personas.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Ser turista en Córdoba


Yo también fui turista una vez en Córdoba. Durante tres años seguidos, 95-98, asistí con una mirada sorprendida y muy interesada en los detalles, al festival de los patios. De aquellas visitas conservo una importante colección de diapositivas, y una impronta en la forma de valorar los paisajes urbanos que me acompañó después en los ocho años de ejercicio profesional junto al paisajista Luis Vallejo.

En estos días de reconocimiento de los patios, al ser aceptada al fin la candidatura del festival en la Lista para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO, he rastreado en mi memoria qué fue lo que más me impresionó en aquellos viajes iniciáticos por la ciudad, planito en mano, en busca de un recóndito paraíso.

En primer lugar la emoción de descubrir, en el paseo, una sucesión de espacios en la ciudad con una escala en armonía con la dimensión de sus edificios y de sus calles. La “educación del ojo” que dicen una buena amiga romana, sólo es posible si creces en una ciudad en la que la armonía está escrita en cada piedra.

También la capacidad para sorprender y no agotar, de la repetición casi invariable de la misma colección de elementos presentes en cada patio, muros encalados, macetas pintadas y flores rojas y blancas. Así lo tengo grabado en la memoria. Esta capacidad es muy importante, especialmente si consideramos que vivimos en una sociedad que se “actualiza” casi al minuto a través de las redes sociales. Los patios son siempre iguales a sí mismos, a su esencia, pero también siempre distintos. Este valor diferencial se lo aportan sus elementos vegetales, los grandes olvidados en los trabajos de catalogación de tipologías que se han realizado hasta la fecha.

Finalmente, el saber hacer de sus gentes. El estilo, la gracia, la capacidad para ordenar de un modo elegante tal cantidad de macetas y elementos, muchas veces en espacios con una escala mínima. Este “know how” que tanto se valora en las empresas de última generación, debería ser, en mi modesta opinión el eje fundamental de las propuestas que se aborden de ahora en adelante para la gestión sostenible de los patios. Si no queremos incurrir en la tentadora y cómoda sucesión de “decorados”, la gente deberá estar en el centro de toda política de gestión. Porque sin gente sabia en el “saber hacer” no habría habido, ni habrá, patios. 

miércoles, 11 de julio de 2012

está ocurriendo ahora



Cuando Martha Nussbaum analiza las causas de exclusión de un sistema básico de justicia llega a la conclusión de que se trata "simplemente" de que las preguntas que se plantean al realizar el contrato social, esto es, ¿quién firma el contrato social? y ¿a quién afecta dicho contrato?; se plantean habitualmente de forma combinada. Es decir, que quienes establecen y firman el contrato, lo hacen para sí mismos, sin tener en cuenta a las minorías a las que afecta.

Buscando el mayor bien para el mayor número (máxima del utilitarismo económico dominante), dejan fuera a quienes no tienen derecho al voto, a quienes no cotizan, a quienes la miseria priva de la capacidad para escapar de la ignorancia: migrantes, gitanos, madres y cuidadoras, niños, niñas, pobres, discapacitados... Cuando las instituciones entran en barrena, como está ocurriendo ahora en España, las minorías se van ensanchando y pronto alcanzarán a esa mayoría que, en teoría, era beneficiaria del contrato.

Nussbaum propone que estas cuestiones se resuelvan de forma independiente: ¿Quién firma el contrato? Sí, de acuerdo, políticos, empresarios, banqueros, funcionarios, trabajadores por cuenta ajena con un contrato digno; pero la respuesta a la segunda cuestión (¿A quién afecta dicho contrato?); no puede ser la misma, la respuesta tiene que ser necesariamente incluyente, suficientemente flexible, mínimamente decente.

Está ocurriendo ahora, mirábamos hacia delante pensando que era posible una sociedad mejor, y nos están construyendo una nueva sociedad sobre odres viejos, odres clasistas, casi feudales, una sociedad miserable, ignorante, que la basura asfixiará en su propio hedor mientras los que se arrogan la titularidad del contrato disfrutan de unos privilegios basados en el engaño, la mentira, el robo o, simplemente, la razón de nacimiento.    

lunes, 12 de marzo de 2012

Las Constituyentes

Asunción Cruañes Molina, Belén Landáburu, Soledad Becerril, Dolors Calvet Puig, Ana María Ruiz Tagle, Esther Tellado Alfonso, Nona Inés Vilariño Salgado, María Dolores Pelayo Duque, Carlota Bustelo, Virtudes Castro García, María Izquierdo Rojo, Rosina Lajo Pérez, Amalia Miranzo Martínez, Mercedes Moll de Miguel...

Son 14 de las 27 mujeres, diputadas y senadoras, que participaron en la primera legislatura de la actual democracia española, que se inició en 1977. Son “las constituyentes” porque trabajaron en la redacción de enmiendas, en la discusión, negociación y aprobación de cada uno de los artículos de la Constitución española.

Oliva Acosta, directora y productora, las ha reunido junto a otras políticas en activo en un documental vibrante, en un círculo que alimenta la conversación y el intercambio de impresiones y experiencias, de ayer y de hoy, y en el que los colores de los partidos quedan mágicamente suspendidos. “Las Constituyentes” está cosechando tantos premios como admiración y respeto por quienes hemos tenido la suerte de visionarla en presencia de su directora. Aplaudimos a Oliva Acosta, a su magnífico equipo, del que queremos resaltar el trabajo de Mª Luz Domínguez, montadora y Alicia Alemán, compositora, y también aplaudimos a estas mujeres hasta ahora invisibles, valientes, tan sabias, tan conscientes de sí mismas y de su labor en el congreso en cuanto mujeres. Su solidaridad y empatía, su cariño.

No dejen de verla, búsquenla, su voz, sus caras, sus manos, son un testimonio fundamental para comprender nuestra historia. La historia reciente de España también tiene madres y están aquí: www.lasconstituyentes.com

lunes, 5 de marzo de 2012

Intervenciones, guerras y el dilema de las manos sucias

Esta reflexión fue realizada en junio de 2011, a propósito de la intervención en Libia. Vuelve a estar vigente, ahora por Siria, pero en este caso por la "no intervención". Se trataba de una reflexión en torno al problema de "manos sucias" o "dilema moral": "Me encontré entonces ante un dilema moral, es decir, ante una situación que me obligaba a posicionarme a sabiendas de que debía escoger entre dos formas de actuar que eran incorrectas desde el punto de vista ético. Oponerse a la aplicación de la resolución, un planteamiento “pacifista” de oposición a cualquier uso de la violencia para la resolución de conflictos parecía en este caso insuficiente para evitar una masacre y apoyar la resolución suponía dar carta de legalidad a una intervención militar". Hoy, sigo considerando a la ONU única fuente de legalidad internacional. Por eso la guerra de Libia es legal, según el derecho internacional, legítima, según los principios de la solidaridad humanitaria. También plantea problemas, por supuesto, porque los estados que capitanean la intervención (Estados Unidos, Francia, Reino Unido, OTAN) son los “sospechosos habituales”, como les denomina Ignacio Ramonet, implicados en intervenciones unilaterales que les impiden tener la mínima credibilidad. Texto completo aquí

jueves, 1 de marzo de 2012

Das sind die Gärten an die ich glaube:

Estas palabras tan bellamente enlazadas pertenecen a Rainer M. Rilke e inspiran este cuaderno.
Estos son los jardines en los que creo: Paisaje, Jardín, Patio, Arte, Ontología.
Aproximación a una ontología del patio: Paisajes cotidianos para comprender el siglo XXI, una comunicación presentada al VIII Congreso de la Asociación Andaluza de Filosofía celebrado en Málaga en septiembre de 2010 y ahora publicada en nº 26-27 de ALFA.

sábado, 5 de febrero de 2011

¿Qué es el arte público?

El arte público no trata acerca de uno mismo, sino de los demás. No trata de los gustos personales, sino de las necesidades de los demás. No trata acerca de la angustia del artista, sino de la felicidad y bienestar de los demás. No trata del mito del artista, sino de su sentido cívico. No pretende hacer que la gente se sienta empequeñecida e insignificante, sino de glorificarla. No trata acerca del vacío existente entre la cultura y el público, sino que busca que el arte sea público y que el artista sea de nuevo un ciudadano.
Siah Armajani, “Manifiesto. El arte público en el contexto de la democracia americana” en AA.VV., Siah Armajani, Catálogo exposición Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, 1999.
de blog en blog: ¿Qué es el arte público? para ARS operandi

sábado, 29 de enero de 2011

decir paisaje

Comprender nuestros paisajes urbanos siempre estará en función de nuestra atención y nuestra atención depende en gran parte de la velocidad que imprimimos a nuestra vida cotidiana y a nuestro trabajo. Cuando ponemos “velocidad” sobre la mesa suelen aparecer también otras palabras: simplificación, homogenización, previsibilidad, banalización… La importancia del diseño en los paisajes urbanos tiene que ver con nuestra cultura de comunicación. Si consideramos que la cultura es una renuncia a las soluciones veloces y rudimentarias podríamos considerar que nuestra “cultura de comunicación” tiene mucho que ver con nuestra capacidad de entrelazar y enlazar mundos, una visión amplia que nos permite trascender las soluciones “ingeniosas” para llegar a soluciones “bellas, útiles y comprensibles”.

La capacidad comunicativa del paisaje urbano está fuertemente relacionada con la capacidad del emisor, quien diseña, y del receptor, quien mira, observa, pasea, vive…

El paisaje urbano es un sistema orgánico complejo. Esto significa que está conformado por múltiples relaciones raramente comprensibles en un primer golpe de vista. Una actuación que aspire a ser reconocida y valorada no puede abordar el espacio como si se tratase de un lienzo en blanco. Precisa cierta dosis de responsabilidad y respeto hacia el lugar a tratar y, esencialmente, hacia las personas que harán uso de ese espacio. La transformación y disfrute de los espacios públicos de la ciudad puede programarse siguiendo tácticas más o menos contrastadas pero finalmente serán personas quienes doten de significado, culturizándolo, a todo lo construido, reconstruido, restaurado y/o rehabilitado en la ciudad.

La asociación FUTURA ha programado para el próximo día 2 de febrero de 2011, en la facultad de filosofía y letras, una mesa redonda en la que se abordará desde la perspectiva de la geografía y la arquitectura el paisaje urbano fluvial en el entorno monumental de Córdoba. Un encuentro que pretende facilitar, precisamente, esa información y comunicación por la que abogamos.

Columna HoyxHoy Córdoba (SER)