jueves, 18 de abril de 2013

Patios de Córdoba y genius loci


Es imposible medir el genius loci. Por eso quienes reclaman medidas "objetivas" para valorar los patios de Córdoba andan desencaminados. El "genio del lugar", el "espíritu", el "duende", es una emoción, un pellizco, una experiencia individual intransferible, una intuición. Sólo algunos patios de Córdoba transmiten parte de esta energía revitalizadora, muy ligada a la "autenticidad", a la "sinceridad", al "centro emocional fuerte" que se precisa para "crear" y "compartir". 


El patio de Virginia Molina, que cuida y vive con tanto mimo y esmero toda su familia, forma parte de ese reducido y precioso grupo de "auténticos". A estos patios deberían dirigirse esencialmente los mimos y cuidados institucionales, pues en ellos reside la esperanza para la preservación de la fiesta.

Otros han elegido la senda de la mercantilización de un decorado. Y esto es inevitable, siempre lo ha sido en casos sensibles como este, cuando el turismo de números gordos y contundentes comienza a ser considerado como imprescindible fuente de financiación. No es triste, es la realidad. Por eso mantengo que los esfuerzos deben orientarse hacia la preservación y el cuidado de iniciativas que mantengan vivo el "genio del lugar", que puede cambiar, mutar y virar su "representación" en el tiempo, pero mantiene siempre su potente capacidad evocadora.