sábado, 18 de septiembre de 2010

volver a empezar (a pesar de la impolítica)

  • Será un problema de optimismo que quizá debiera reconsiderar pero no puedo evitar ilusionarme cada vez que se aproximan unas elecciones. Creo firmemente en la democracia y, sobre todo, creo en la capacidad de la “gente”, entre la que me incluyo felizmente, para decidir por sí misma aquello que más favorece a lo colectivo. Córdoba, además, procura esa escala de proximidad casi total a la política que de algún modo te hace sentir ciudadana de, aquí otro “casi”, pleno derecho. Aún me emociono cuando recuerdo a una novísima concejala delegada de nuestro ayuntamiento que en junio de 2007, en la presentación de Eutopía precisamente, me tomaba las dos manos justo después de intercambiar nuestros teléfonos y me susurraba haciéndome ojitos: “¡Tú nos vas a ayudar a cambiar Córdoba!”. Sí, sigo siendo demasiado optimista porque leído así, a casi cuatro años vista, suena realmente a eslogan publicitario pero, qué quieren, yo me lo creí y, es más, estoy segura de que volvería a creerlo hoy mismo. Es esta capacidad de la política, en tanto que politikós, para la renovación de la ilusión lo que quisiera reivindicar aquí.
  • En estos días estamos viviendo cambios en los cuadros de algún partido político y la confirmación de otros. La principal preocupación de todos ellos parece ser la más que posible elevada abstención que se producirá en las próximas elecciones municipales, ya previstas para el primer domingo de Feria de 2011. La abstención denota falta de ilusión y falta de confianza. Refleja la incapacidad de la política para comunicarse más allá de sí misma, identificada con el poder orgánico de los partidos ésta se torna “impolítica” y muestra entonces sus limitaciones reales para encarnar valores éticos como el bien o la justicia. De ahí la abstención, de ahí la des-ilusión.
  • “Acuerdo rápido” y “forma pacífica” para aprobar las modificaciones del plan especial que afecta a las naves construidas sin licencia municipal a partir de lo que fue Colecor no son sino diabólicos eufemismos, semillas transgénicas, que aportan muy poco a esta ilusión por la que abogo y que debería florecer la próxima primavera. Se trata de un claro ejemplo de la impolítica que tanto afecta a nuestro natural optimismo. Es difícil comprender la sintonía de los tres partidos con representación municipal para legalizar lo ilegal, lo que ha transgredido la norma y ha superado la condición de “supuesto” delito dado que está juzgado y condenado a pagar una cuantiosa multa que se verá en un limbo legal si la Gerencia de Urbanismo logra sacar adelante, posiblemente incurriendo en prevaricación, este plan especial de la carretera de Palma. Cuando escuchamos hablar de “urbanismo razonable” no pensamos que se refieran a este tipo de actuaciones pero son las actuaciones que quedan gravemente grabadas en nuestras retinas. Qué se puede esperar entonces, desde la ilusión, desde la confianza. Es sencillo: del PSOE, coherencia; de IU, humildad y del PP, sentido común. Por supuesto no son esperanzas exclusivas o excluyentes, pueden combinarlas y aglutinarlas.
  • Llegará entonces la primavera y las promesas florecerán. Volveremos a ilusionarnos. Con unos y/o con otros, incluso con esa llamada al urbanismo razonable que bien mirado no suena nada mal. Cada cuatro años se nos permite soñar así que de nuevo haremos nuestra aquella pintada bonaerense que en los peores momentos del corralito imploraba: basta ya de realidades, queremos una promesa.