lunes, 18 de octubre de 2010

aprendiendo del pop de Murakami

Realizamos una visita a la exposición "Superflat" de Murakami con "Historia del Pensamiento Anglosajón" y "Hermenéutica de la Obra de Arte", en ella se abordaron varios temas con la pretensión de determinar si lo expuesto podría denominarse “arte”. El problema del Nominalismo que agota la vía de la dualidad esencia/ realidad y que en el arte representa el inicio de su propio fin. Si el “arte” carece de esencia sólo se tiene a sí mismo como objeto y, según teoriza Arthur C. Danto, un discurso filosófico que se transformará en la gratificación intelectual que ha de sustituir a la gratificación estética. En ese caso el trabajo de Murakami “trata sobre un discurso sobre el arte pero no es arte”.

Se consideró además que Murakami representaba un paso más en “el deslinde de la tradición del arte” y que de algún modo representaba una “decadencia”. Se argumentó en contra, sin embargo, que hablar de decadencia sólo era posible si seguíamos dando por buena “la tradición”. Algo improbable a partir de Warhol y el Pop-Art y/o si damos por buenas las propuestas de Danto. El principio fundamental del arte parece haber mutado a partir de la cultura de masas adoptando criterios más democráticos y economicistas. Se trata de “nuevos modelos” que mutan a la velocidad de las nuevas comunicaciones y que afectan a todas las disciplinas académicas regidas por la tradición.

En 1971 Denise Scott Brown ya alertaba a la arquitectura de la necesidad de aprender del pop en “Learning from pop” publicado originalmente en la revista Casabella, si pretendía sobrevivir. En él se preguntaba que dado que la tradición arquitectónica no produce lo que la gente quiere o necesita ¿Quién lo está haciendo y qué podemos aprender de ellos?. En su investigación la arquitecta estadounidense trataba de descubrir lo que se puede aprender de los artefactos que produce la denominada cultura popular. De algún modo, como ocurre en la pintura hasta los años sesenta, las ideas sobre la forma son las que determinan la esencialidad de la arquitectura, una arquitectura que se sigue viviendo ajena a los intereses colectivos.

Murakami se postula como un nuevo Warhol mientras se afirma inspirado en su propia “tradición”, no occidental sino japonesa. Como veremos a continuación sus influencias abarcan desde el período Momoyama, siglo XVI, hasta el Otaku, surgido tras la segunda guerra mundial. Su tradición es la que le lleva a interesarse por lo cotidiano, la que le facilita la técnica y, lo más importante, es su tradición quien identifica el arte con un fin economicista que tanto distorsiona a nuestra propia tradición.

“Superflat” es una selección de trabajos realizados por la factoría Kaikai Kiki Co., Ltd. dirigida por Takashi Murakami. La muestra llega comisariada por Antonella Montinaro y está compuesta por 22 litografías y cuatro vitrinas que contienen 29 figuras de pequeño formato que proceden de otra mayor producida para The Museum of Contemporary Art (MOCA) de Los Ángeles en 2002. En la sala se pueden ver, además, dos documentales: Yoshitomo Nara x Takashi Murakami de la New Pop Revolution y Takashi Murakami: Toying with Art, de Ben Lewis para la BBC-Art Safari.

Esto que podemos ver ahora en Córdoba está lejos de ser “lo último de lo último” de lo producido por la compañía de Murakami, ocho años son muchos en estos tiempos de cambios vertiginosos. Quizá esta sea la cuestión, quizá Murakami no esté tan interesado en presentarse como un nuevo puntal revolucionario del pop-art sino más bien como un puerto de enlace entre la más prestigiosa tradición del arte japonés y la contemporaneidad del archipiélago. Así explica el propio Murakami, en los vídeos que acompañaron a la producción del Guggenheim de Bilbao en 2009, que el término “Kaikai Kiki” que da nombre a su factoría fue acuñado por el maestro Kano Eitoku (1543-1590) máximo representante de la época Momoyama para denominar “algo fantástico que no existía hasta entonces” y que con él trata de relacionar su propia producción con esta corriente artística en la que predominaban las escenas de la vida de la gente sencilla representada en suntuosos murales dorados realizados para los palacios de los soberanos Nobunaga e Hideyoshi.

La tradición de la reproductibilidad técnica que determina la inmediatamente posterior época Edo, siglo XVII, será clave para el éxito y popularidad de los ukiyo-e, literalmente “estampas del mundo que fluye”. Las técnicas de impresión xilográfica inicialmente relacionadas con los tratados ilustrados con estampas anónimas pronto abrieron paso a trabajos firmados por pintores que tuvieron siempre como tema fundamental el desarrollo de la vida cotidiana. Unas estampas realizadas con formas y colores “súper planos”, sin profundidad, una de las principales características de la pintura en la tradición japonesa.

Murakami justifica de este modo las críticas que favorecen la valoración de su trabajo más allá de la frivolidad del merchandising al que se acerca tan descaradamente. El mismo montaje de la exposición parece una broma. El mantenimiento de ciertas identidades tradicionales ensalzadas como un valor fundamental salen sin embargo muy mal paradas cuando leemos las declaraciones, subtituladas en los documentales que acompañan la muestra, del artista en su fingida ingenuidad. La realidad que generan las imágenes de Murakami resultan tan verosímiles como objetos para la felicidad como la sofisticada decoración de una exclusiva tienda de moda. Un horror vacui pleno de sonrisas perfectas pero banales.

1- Aunque de una época posterior, es posible visitar la colección de estampas japonesas de la Biblioteca Nacional de España: http://bdh.bne.es/bnesearch/Search.do?text&field1val=+japón+&numfields=1&field1Op=AND&exact&advanced=true&field1=sede&language=es

2- El Guggenheim de Bilbao mantiene un espacio dedicado a la muestra de Murakami de 2009 con muchos vídeos que facilitan la “comprensión” del universo Kaikai Kiki Co., Ltd.

http://www.guggenheim-bilbao.es/microsites/murakami/secciones/video_tour_murakami/video_tour_murakami.php?idioma=es

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