Bosque de Pinceles o el paisaje o la vida o la muerte o la abundancia o colores que son huellas o sueño botánico o deseo o la esperanza... desde la orilla del pantano (con el agua en los tobillos)
Cuando experimienté, de la mano de Miguel Gómez Losada y Manuela, El pantano de la Vida en septiembre se iluminó una imagen, una imagen que ha sido recurrente en estos extraños meses de otoño de 2008 y que ayer pude por fin comprender en la celebración de La Esperanza en la Galería Carmen del Campo, en Córdoba. La imagen era sin duda un universo sumergido, una escena de La noche del Cazador de Charles Laughton, que se me reveló anoche como paisaje construido en colores inaccesibles, los colores que se volaron con el último hilillo de vida de la mujer asesinada por Robert Mitchum. Los colores que fueron en ese paisaje muerto, yermo, de la escena de la película se me han venido a instalar en el cuadro de Miguel, alumbrándome así un retorno a la esperanza.
Juan de Arellano y su minuciosa y estética comprensión de la funcionalidad botánica de las flores se me hace visible también tras algunos cuadros de Gómez Losada. Especialmente en aquellos en los que ha optado por un fondo negro, profundísimo, abigarrado de símbolos y poesía. Comprender la botánica por el rastro abandonado tras una ráfaga de viento es un juego divertido, inocente e íntimo. Saber qué flores blancas, cuáles rojas, de dónde procede el viento, por dónde se oculta el sol, descubrir la vida, en fin, agazapada en la sombra dispuesta a asaltar tu corazón en cualquier recodo de este bosque de pinceles.