Mamá, sabes
qué, para los alienígenas nosotras somos alienígenas.
La reflexión de Manuela (6 años) apunta alto en la
conceptualización de la empatía, ponerse en la piel del otro, reconocer el
espacio que le corresponde a ese “otro” por derecho propio.
La cuestión que quiero abordar aquí es si esos
“otros”, los alienígenas que yo visualicé cuando escuché a Manuela, es decir,
los “políticos” se sienten interpelados o no. Si son capaces de ponerse en la
piel de las personas a quienes afecta, en muchos casos gravemente, cada
decisión que toman.
“Las personas deben ser el centro del debate sobre el
estado de la nación”, requiere un decálogo conjunto que varias ONG, Amnistía
Internacional, Greenpeace e Intermón,
han enviado a toda la cámara baja para su consideración en el debate que
se inicia mañana. Efectivamente, los políticos deben “hacerse cargo” de los
problemas y poner todo su empeño en solucionarlos considerando a todas y cada
una de las personas como un fin, y no como un medio.
Entiendo que esto es lo que se les requiere desde una
manifestación, y no tanto que se “atrevan” a pisar el asfalto y gritar
consignas de indignación. Un político debe estar atento a lo que ocurre en la
calle, claro que sí, pero debería tomar cartas en el asunto mucho antes de que
las manifestaciones sean un clamor “contra los políticos”.
Porque entonces hay aquí también ya una grave falta de
empatía, una incapacidad para ponerse en la piel del alienígena, y eso es
precisamente lo que puede dar al traste con la política, la política que
necesitamos, urgentemente, para llegar a ser un país decente.